martes, 9 de octubre de 2012

Platero y Yo (análisis)


Juan Ramón Jimenez



La obra de Juan Ramón Jiménez titulada “Platero y Yo” es una hermosa poesía en prosa, compuesta de ciento treinta y ocho capítulos que muestran la breve historia del recorrido que hizo el autor a su pueblo natal llamado Moguer en compañía de un gracioso y lindo burrito blanco llamado Platero, al que en el primer capítulo dice que le gustan las naranjas, las uvas moscateles y los higos morados.
En el número cinco comenta el acto de Platero de caminar sobre el arroyo, viendo que la luna se hace pedazos e imagina que son rosas de cristal que intentan detener a Platero. En el onceavo capítulo, al llegar al pino mas grande del huerto de la Piña, le promete a Platero que en ese sitio lo enterrara el día que muera, porque es su espacio favorito del burrito y así vivirá siempre feliz al ver a los niños jugar en ese lugar y oirá cantar a los jilgueros para su sueño tranquilo, su descanso eterno. En PÚA hace una bella metáfora al decir que la lengua del rio lamerá la herida que tiene Platero, causada por una púa, para que le sane.
El capítulo XVIII relata una impresionante y sorpresiva de historia. Al principio cuenta a Platero que el juego favorito de Anilla la Manteca, una joven, es vestirse de fantasma, ponerse harina en la cara y dientes de ajo en la boca, y le comenta que no olvidara esa noche de septiembre cuando la tormenta y los rayos  azotaron al pueblo, cerca de su casa cayó uno que tiro un árbol y al calmar la tempestad su perro Lord lo llevó al corral, para encontrar el cuerpo de la niña muerta, al ser alcanzada por un relámpago que dejó su mano negra y quemada. En el siguiente capitulo hace gala de su poética al decir que la tarde esta herida por sus propios cristales y refleja un color rojo que es su propia sangre, y cuando Platero toma agua de un charco piensa que es agua de sangre.
En el capítulo veintisiete narra la anécdota de un perro sarnoso que es repudiado, los perros le enseñan los colmillos para alejarlo y la gente lo apedrea. Ese día una tragedia ocurrió, un guardia le disparó y el perro sólo logró lanzar un aullido redondo y como señal de luto una nube negra cubrió el ojo del perro asesinado, además los eucaliptos lloraron abatidos por el vientos del mar.
En “IDILIO DE ABRIL” el autor revela su envidia al noble Platero al decir que: “¡Quien, como tú, Platero, pudiera comer flores y que no le hicieran daño!”, al ver la plenitud de la primavera. El capítulo XLIII es muy importante pues demuestra la amistad que le tiene al burrito al comentar que son tan unidos que hasta cree que sueñan las mismas cosas, logra el autor conectarse con el personaje de Platero. En el siguiente capítulo menciona que una carbonera logra arrullar a Platero con una canción relajante que le cantaba a su hermanito.
En “EL ÁRBOL DEL CORRAL” le dice a Platero lo mucho que éste significa para él, que fue su musa y el sostén de su poesía al decir: “sus ramas engalanadas de esmeralda por abril o de oro por octubre”, una imagen preciosa.
En el capítulo cincuenta recuerda a Lord, su perro, al ver una fotografía y cuenta a Platero que era blanco con manchas negras parecidas a mariposas y sus ojos que reflejaban nobleza, que estaba loco y a veces daba vuelta sobre las flores del jardín, dice que cuando murió su padre lo estuvo  velando esa noche y sigue nostálgico al vislumbrar su mirada cuando lo encerraron porque lo mordió un perro rabioso. En “ASNOGRAFIA” reclama que el término sea definido irónicamente como descripción del asno, expresa que los que hacen diccionarios son unos imbéciles al decir eso sin conocer al peludito Platero.
En el pasaje número LXI del libro, narra una historia muy enternecedora, cuando una perra busca a los perritos que pario, que le arrebataron para hacerle caldo a un niño que  se moría, pero logro recuperarlos en la noche y al amanecer la encontraron con sus crías que alimentaba. En el capítulo cuarentaitresavo  elogia los gorriones que no utilizan dinero ni maletas, que se mudan de casa cuándo quieren  y son felices con sólo volar, no saben del tiempo y se bañan dondequiera, y en el capítulo LXIX lo hace con los grillos que son expertos en la música cuando “cada nota es gemela de otra, una hermandad de oscuros cristales”, además dice que “su canto esta borracho de luna y embriagado de estrellas” demostrando su calidad poética. En el número setenta y uno demuestra su miedo a la tormenta, un lugar sin escapatoria y tal vez como un fin del mundo. En “LA LUNA” hace una metáfora bella al decir que sobre la colina aparece una nube negra, que parece una gallina que pone un huevo de oro que es la luna, además que ante Platero se había tomado dos cubos de agua con estrellas.
En el capitulo LXXXV hace un gracioso comentario cuando insinúa que el sol, por ser otoño, empieza a sentir pereza y los labradores les ganan al  levantarse mas temprano, puesto que en esos días el sol de verdad sale un poco mas tarde de lo normal. En el “RAMO OLVIDADO” se cuenta que al pasar por un viñedo con unos niños que lo acompañaban con Platero, encuentran un racimo de uvas que Juan Ramón Jiménez logra repartir con justicia, dándole una al dientón Platero. En el capítulo número noventa y seis describe una imagen muy bella de la granada que Platero disfruta: “aurora breve de rubí, de los granos que se vienen pegados a la piel”. En el siguiente  van a un cementerio y encuentran  la tumba de la tísica que en un capitulo anterior, Jiménez y Platero, amablemente habían sacado a pasear por las calles de Moguer para que se recuperará, además de otros personajes como el padre del poeta.
 En “CAMINO” aparece otra imagen poética cuando dice que las hojas que cayeron al suelo parecían la copa y las ramas desnudas ahora eran las raíces, como si el árbol estuviera al revés. Mucho después encierra a Platero en el corral a causa de que los gitanos lo pudiesen robar y en  “EL ALBA” se alegra de que Platero llegara a sus manos para que no terminara como carbonero o con los gitanos. En el capitulo CXXI Platero compite con unas niñas en una carrera y pensándolo premiar lo  coronan con perejil al ganar. “LA FABULA” es muy relevante al confesar Jiménez que no hará de Platero un héroe en este libro como lo haría La Fontaine en sus fábulas, además que él no toma a Platero como un burro de la manera que lo haría la RAE, sino en un concepto diferente, como sólo  él lo entiende.
            Tristemente la historia empieza a terminar en el capítulo CXXXII cuando el autor va a ver Platero y lo encuentra recostado muy triste, le habla y acaricia queriéndolo levantar, entonces mando a llamar a su médico. Éste no le anuncia nada y solo menea la cabeza, y no entiende que le dice. A medio día Platero ya había muerto, su panza estaba hinchada  y sus patas tiesas, y al pasar el sol por él, una mariposa de tres colores. Entonces el granero queda solo y grande, guarda el borriquete de Platero que en las vacaciones los niños ocupan para jugar recordando al burrito. Tiempo después visita la tumba de Platero, en el lugar que le prometió, ahora adornado de lirios amarillos, una flor muy distintiva en la historia. Una amiga suya le regala un Platero de cartón, al cual le ha tomado cariño y termina la narración con una dedicatoria de Jiménez  muy emotiva al inmortal “Platero”.
COMENTARIO: al ser un gran poeta, reconocido con el Premio Nobel de Literatura, Jiménez logra narrar una historia muy emotiva y poética, llena de figuras retoricas que logran colorear nuestra imaginación. El mismo advierte que es una historia para niños, nos hace volver a aquellos días de la infancia con un amigo muy especial, Platero, una figura inmortal de la literatura universal. En todas las historias se muestra la calidad del escritor además de ser un libro entretenido y memorable que nos refresca el alma y demuestra que la amistad la podemos encontrar en cuatro patas con orejas grandes. Leer Platero y Yo nos hará más humanos. Sentirnos vivos, podremos ver que cada momento de la vida nos dará una memorable lección para seguir adelante.




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